Losa fue concejal del Ayuntamiento de León, director general de Agricultura en el primer Gobierno Autonómico de Castilla y León y procurador en las Cortes por el Psoe.
Con un currículum envidiable, nuestro paisano Antonio Losa Torres, nació en el Barrio de La Estación hace 79 abriles, (justo encima del legendario Bar Agraz, cerrado desde hace años) aunque se mantiene con un aspecto jovial y una mente privilegiada.
Santos García Catalán con Antonio Losa en Valladolid
Con él y su compañera Carmen, una pintora eldense, estuvimos charlando un buen rato en una cafetería de Valladolid. Fue una alegría inmensa volver a encontrarnos, ya que desde que dejó la política no habíamos vuelto a vernos.
Sí recuerdo que, con mi llegada a Valladolid en 1987, lo llamé para decirle que tomaba posesión de mi cargo en Antena 3 de Radio. Luego, nos reunimos en varias ocasiones cuando él acudía a Pucela. Y siempre con nuestro querido pueblo de por medio.
Hasta los 17 años vivió en Villarrobledo
Antonio vivió tan solo 17 años en Villarrobledo, (aunque siempre lo llevó en el corazón y en la mente) justo hasta cuando finalizó el bachillerato en 1961. Pertenece a la primera promoción del Instituto Laboral “Virrey Morcillo” de nuestro pueblo.
Antonio Losa en tres etapas: en el colegio del Parque, la 1ª comunión y la foto de familia
Hijo de José Losa Perona y de Estrella Torres Filoso, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hermanos: Pepe (†), Juan Manuel (†), Antonio y Estrella (con residencia en Valencia). Uno recuerda como si fuera hoy mismo a aquella querida familia, porque mi abuela Josefa y luego mi madre, tuvieron la única tienda de ultramarinos que había en el barrio, en la calle de La Estación con la esquina de la carretera nacional N-301, frente a la tienda de licores de su tía Tinita Torres: “Alcoholes El Quijote”.
El antiguo Instituto de Bachillerato donde cursó estudios Antonio Losa. Y una foto de Antonio con su primer traje. Está flanqueado por Pepe Ruiz y Bernardino Navarro, ambos fallecidos. (Foto Historias y Gentes de Villarrobledo y cedida por Losa)
Encima de la tienda había una vivienda, y allí residimos durante unos años donde coincidía con Antonio en las escuelas del Parque. El, unos años mayor que yo, iba a la de don José Torres y uno a la de don Octavio Fernández Perucho y a la de don Agustín Sandoval. Hablamos de los años 50.
Los recuerdos de Antonio Losa
Antonio evocaba así sus recuerdos: “Especial recuerdo, tengo de mis primeros 17 años vividos, que me permitieron disfrutar de mi pueblo en su integridad y acabar mis estudios de bachillerato. Las escuelas nacionales del Parque con don José Torres, la escuela de don Diego en la parte trasera del Ayuntamiento, el Instituto en la Avenida Reyes Católicos, junto al Parque, el futbolín y el billar del Bar Agraz, los billares del Círculo Mercantil, las ferias, (las mejores de toda la comarca), las verbenas de los Jardinillos Municipales, los juegos en el suelo de tierra y arena de la Plaza Vieja, … y tantos y tantos recuerdos de una época dorada donde las preocupaciones políticas nos las habían extirpado a la fuerza”.
La N-301
Volvemos a lo que fuera la carretera N-301, que atravesaba Villarrobledo de oeste a este por el sur. Hoy, esta vía, sigue uniendo a estas comunidades con una autovía de reciente creación, pero alejada de la población. Si bien el tráfico de entonces no era tan intenso como en la actualidad, pero era un trastorno y un peligro constante tanto camión por esa zona.
Paso a nivel del Rollo, la casa de los Losa-Torres en la actualidad, por donde pasaba la N-301, (vendida hace años) y el paso a nivel de la carretera de Munera, donde desemboca la calle de La Estación (Historia y Gentes de Villarrobledo)
Enrique García, el conocido policía municipal, dirigiendo el tráfico en el peligroso cruce de la N-301 con la carretera de Munera. Año 1966. (Foto Castellanos)
La carretera daba vida al pueblo
Pero también es cierto que daba mucha vida al pueblo. La carretera, como la llamábamos entonces, generaba mucha riqueza. Se expandía desde el paso a nivel del Rollo hasta el final del actual y gran polígono industrial. Por allí estaba la gasolinera de Porfirio Moyano, el taller de electricidad del automóvil de Paco Montejano, la Posada de Casimiro, el Instituto de Bachillerato “Virrey Morcillo”.
Más adelante, la tienda de José María Martínez, y su gasolinera, otro surtidor de petróleo frente al Bar Melilla, la fábrica de piensos compuestos de los Ortega, cuya tapia daba al campo de fútbol (en el Barrio de San Antón), el almacén de cereales de Antonio Caballero, la bodega de Amorós, talleres de todo tipo entre ellos la SEAT, los depósitos de alcohol y Fruman (la cooperativa de manzanas), entre otros muchos que ahora no recordamos.
La familia Losa Torres
“Mi padre, José Losa Perona, -nos comenta Antonio- era industrial junto a su hermano y tenían una fábrica de quesos. Siendo muy joven se desplaza a Ataquines (Valladolid) a fabricar queso para la sociedad donde estuvo unos años. Hacia1940 compra conjuntamente con los Torres y el agricultor Enrique Navarro la finca “Las Terceras”, en la carretera de Munera.
A partir de entonces se dedica a la agricultura y a la industria del vino en una bodega de la calle de La Dolorosa. En 1948 adquiere, junto a los Torres y otro socio, la finca “El Guijoso, en el término de El Bonillo.
Posteriormente, esta finca se vende y mi padre adquiere la mitad de la bodega de “La Feliciana”, ubicada enfrente de lo que fue el Instituto de Bachillerato. En terrenos de esta bodega mi padre construye dos viviendas para mis hermanos Pepe y Juan Manuel y se elabora toda la producción de uva propia procedente de las viñas de “Las Terceras “y de otra finca adquirida denominada “Cañarada”.
En la actualidad, la bodega y las dos viviendas pertenecen a mi sobrino José Carlos Losa, hijo de mi hermano Pepe, el mayor de la familia.
La familia Torres Filoso
Los Torres filoso, de la cual formaba parte mi madre, es de las familias más antiguas en la industria del vino en Villarrobledo, y los primeros que embotellaron en el pueblo. Hacia 1921, fue mi abuelo Juan José -que se casó con mi abuela María Jesús Filoso y tuvieron 11 hijos- quién se inició en la industria del vino como primera generación, luego heredarían el negocio mis tíos Ramón, Juan José y Gerardo.
Posteriormente sería José Luis Torres (hijo de Juan José) quien siguiera elaborando y embotellando vino.
Actualmente, una hija de José Luis (Rocío Torres, junto a su madre, Esperanza Caro), ha tomado las riendas de la bodega, siendo la cuarta generación”.
“Los Torres fueron también pioneros -relata Antonio- en la fabricación de hielo, gaseosas, sifones y helados. Hablamos de 1927”.
Una de las marcas que comercializa actualmente las Bodegas Torres Filoso (ABC CLM)
Juan José Torres, primera generación de los Torres-Filoso, una botella de vino elaborada en su honor y con su nombre. Y Antonio, con su pareja Carmen, en una visita a las antiguas bodegas familiares donde se mantienen las tinajas (cedidas)
1962: Madrid y la universidad
Pero volvamos a nuestro personaje central. Tras finalizar el bachillerato, en 1962, Antonio se matricula en la Universidad Complutense de Madrid para realizar el curso selectivo y, posteriormente, matricularse en el curso de Iniciación para el ingreso en la carrera de Ingeniero Agrónomo en la ETSIA, obteniendo el título de Ingeniero Agrónomo Superior en 1970.
Antonio Losa de estudiante y en las milicias universitarias (cedidas)
Estudiantes paisanos, Angosto y otros
En esa época, en Madrid había numerosos estudiantes de Villarrobledo que iniciaban cursos en las distintas carreras. Los fines de semana se juntaban un buen número de ellos. Aquí echamos mano de nuestro común amigo Luis Fernando Angosto Madrid, (nombrado “corresponsal honorario” en Sevilla para asuntos periodísticos taurinos y sociales para Villarrobledodiario y El Español-Noticias de Castilla y León).
La Puerta del Sol en los años 60 (Madrid turismo)
Esta es la relación de estudiantes paisanos que cita Angosto, donde por cierto él también estudiaba y tiene una cabeza privilegiada para recordar tantos nombres: “Que yo recuerde, -nos dice Angosto- estábamos Gonzalo Calero, los primos de Antonio: Juan José Torres Jiménez y Juan José Torres Gómez «Oche», Dionisio López Ramos, Pepe Alite, Paulino Díaz González.
Coincidíamos en la comida «barata» en el Lago (en la calle Andrés Mellado) con los boticarios, Luis y Quique Ruescas. Y Miguel Moya, que se dedicó a la joyería”.
Y por allí estaba también, -prosigue Angosto- el entonces novillero Ángel Bonillo, otro villarrobledense que no pudo llegar a la cumbre del toreo, que se pasaba el día entrenando en la Casa de Campo, porque entonces lo apoderaba un militar que vivía en Madrid y se juntaba con nosotros. Algunos con más intensidad que otros, pero por allí andábamos”.
Los sábados, el tabaco y el bocadillo de calamares
Remata Angosto una anécdota respecto a los encuentros sabatinos de los paisanos: “Miguel Moya, dedicado a la joyería en Madrid, se unía a nosotros los sábados. Solíamos hacer un “pozo” (de dinero) para comprar tabaco y otros menesteres. Y como Moya no fumaba decía que si comprábamos tabaco a él le teníamos que comprar un bocadillo de calamares”…
Losa y Angosto, a los toros los domingos
Este relato es de Antonio Losa, quien se aficionó a los toros por su amigo Angosto. “Los domingos, nos poníamos de traje y nos íbamos a Las Ventas a ver las corridas o las novilladas que había todos los domingos. Con Luis Fernando aprendí un montón de cosas de toros, porque íbamos al patio de cuadrillas y a los interiores de la plaza antes del festejo”.
Plaza de toros de Las Ventas, donde Antonio Losa y Luis Fernando Angosto acudían los domingos. (Plaza 1)