Pedrés tomó la alternativa apadrinado por Litri. Valencia 1952 (cedida)

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Santos García Catalán

“Estamos en la temporada de 1953, Pedrés ha tomado la alternativa un año antes en Valencia y comienza a torear en las ferias, que es donde realmente se posicionan los toreros y donde está el dinero… Tras iniciar la temporada en las primeras corridas del año, ya no toreó hasta el 2 y 3 de mayo en Jerez de la Frontera”.

Confirmación y a todas las ferias

“El 12 de mayo, vestido de fresa y oro, confirmó en Madrid, siendo padrino de la ceremonia Juan Barranco Posada “Juan Posada” (quien por cierto tenía antecedentes de Villarrobledo a través de su esposa, que era natural de la ciudad albaceteña).

“De testigo la presenció quien posteriormente sería su gran amigo Emilio Ortuño Duplaix “Jumillano”, el toro cedido llevaba por nombre “Testarudo”, negro bragado, marcado con el número 205, y del hierro de don Antonio Urquijo de Federico”.

“Repitió en Madrid el 16 de mayo, con Rafael Ortega y Emilio Ortuño “Jumillano”. El 25 de mayo se trasladó a Francia para actuar en el Coliseo

El 27 con toros de doña Concepción de la Concha y Sierra y tuvo por compañeros a José María Martorell y Antonio Ordoñez. El 30 de mayo en la bonita localidad madrileña de Aranjuez, actuó con Antonio Ordoñez y de nuevo con su paisano Juan Montero.

Finalizó mayo en Palma de Mallorca, lidiando astados de don Manuel Arranz, en terna con Jesús Córdoba y “Antoñete”.

1953: Pedrés imparable de la mano de Camará

“Junio lo comenzó el 4 en Toledo, con una corrida del Conde de la Corte, compartiendo la tarde con Jesús Córdoba y “Antoñete”. El 7 se presentó en Granada, con bureles de don Escudero Calvo, alternando con Domingo Ortega y Antonio Ordoñez.

Se trasladó el 14 de junio a Francia, para torear en Toulouse en compañía de su paisano Juan Montero. Regresa del país vecino y el 18, nueva tarde en el coso madrileño de “Las Ventas”, en la Corrida de Beneficencia con Julio Aparicio, “Jumillano”, y “Antoñete”, se corrieron siete toros de don Manuel Sánchez Cobaleda y uno del “Hoyo de la Gitana”.

Corrida de Beneficencia de 1953 con Jumillano, Antoñete y Aparicio (“El Ruedo”)                         

“El 24 de junio actuó en León, con un apartado de don Arturo Sánchez, compartido con Antonio Ordoñez y “Antoñete”. El 25 toreó en Badajoz, otro apartado de doña Concepción de la Concha y Sierra, acompañado de Manuel Calero “Calerito” y Antonio Ordoñez.

Terminó junio lidiando el 29 en Alicante, nuevamente cornúpetas de doña Concepción de la Concha y Sierra, en esta ocasión le acompañan los espadas, Jesús Córdoba y “Antoñete”.

De la mano de Camará, Pedrés va colocado en todas las ferias de España y Francia, consiguiendo sonoros triunfos y alternando con las máximas figuras del momento.

Los sanfermines del 53

“Los días 9 y 10 de julio, se presentó en la Feria de San Fermin de Pamplona, para lidiar el 9 un lote de don Joaquín Buendía, en terna con Jesús Córdoba y “Jumillano”, y el 10 los toros fueron de don Juan Cobaleda y los compañeros, Julio Aparicio y Antonio Ordoñez”.

Se trasladó al Sur, para actuar el 12 en La Línea de la Concepción, con reses de don Nicasio López Navalón y alternando con el mejicano Juan Silveti y “Antoñete”. El 25 de julio en el coso de Palma de Mallorca, compitió con Jesús Córdoba y “Antoñete”, se corrieron toros de don Manuel Arranz”.

Dos tardes en Valencia

“El 26 de julio en la Feria de San Jaime de Valencia, lidió un encierro de don Juan Pedro Domecq, acompañado por “Jumillano” y su paisano Juan Montero.

Repitió el 27 en Valencia, el apartado fue de “Pablo Romero” y los espadas, “Jumillano” y Manuel Calero “Calerito”.

Pedrés, en figura del toreo, visitaba a los grandes, en este caso con el genial Rafael Gómez “El Gallo”,  hermano del gran Joselito. (cedida)

“Inició agosto el 1 en La Coruña, con Jesús Córdoba y “Antoñete”, se lidiaron cuatro astados del Conde de la Corte y dos de don Alfonso Sánchez Fabrés. Al día siguiente toreó en Bayona (Francia) donde sufrió una grave cornada en un muslo.

El 14 de agosto lidió en San Sebastián un encierro con tres toros de don Manuel González y otros tres de don Antonio Pérez de San Fernando, compartiendo la tarde con Jesús Córdoba y Antonio Ordoñez.

El 15 repitió en el coso francés de Bayona, regresó sin demora para actuar el 16 en Santander, con cornúpetas de “Arellano”, compitiendo con los diestros Antonio Ordoñez y “Jumillano”.

En Bilbao dos tardes

“En la Semana Grande de Bilbao actuó los días 19 y 21 de agosto, el primer día con Antonio Ordoñez y “Jumillano”, lidiando bureles de don Antonio Urquijo. La segunda tarde los toros fueron de don Alipio Pérez- Tabernero Sanción y los espadas Antonio Ordoñez y Juan Barranco Posada”.

Pedrés en una de sus tardes en Bayona (cedida)

Repitió de nuevo el 23 en San Sebastián, lidiando toros de don Jesús Sánchez Cobaleda, con Manuel Calero “Calerito” y Julio Aparicio.

El 30 finalizó agosto toreando en la localidad francesa de Dax.

Septiembre lo comenzó el día 2 en Palencia, con un apartado de doña María Teresa Oliveira, alternando con Jesús Córdoba y Antonio Ordoñez”.

El 6 de septiembre toreó en Murcia, el día de la grave cogida de Juan Montero, completaba la terna Rafael Ortega, también actuó el rejoneador Ángel Peralta, se lidiaron cinco cornúpetas de don Francisco Galache y uno de “Bernaldo de Quirós”.

El 10 de septiembre se presentó en Barcelona, acompañado de nuevo por Antonio Ordoñez y “Jumillano”.

Su presentación en Albacete

“En 1953 fue su presentación como matador de toros en la Feria de Albacete y lo hizo los días 11 y 12 de septiembre.

Los carteles anunciados en la feria para esos dos días sufrieron modificación por la cogida de Juan Montero en Murcia. En el cartel del día 11 actuaron Jesús Córdoba, “Pedrés” y Antonio Ordóñez, este por Montero, con astados de don Alipio Pérez-Tabernero Sanchón. Y el día 12 hicieron el paseíllo Aparicio, Juan Posada y “Pedres” con toros de don Antonio Martínez Elizondo.

“El 13 de septiembre actuó en Salamanca, con Cayetano Ordoñez “Niño de la Palma” y Jumillano.

El 20 se presentó en Logroño, con Antonio Ordoñez y Juan Posada. El 24 de septiembre, festividad de Ntra. Sra. de la Merced en Barcelona, toreó en esa ciudad, alternando con Domingo Ortega y Dámaso Gómez.

Finalizó septiembre el 27, lidiando nuevamente en el bonito coliseo balear”.

“Terminó la campaña española el 1 de octubre en Hellín con Jesús Córdoba, “Jumillano” y el rejoneador Ángel Peralta. El encierro fue del Conde de la Corte.

Y en Francia la finalizó el 4 de octubre, en Beziers, con un lote de don Manuel Sánchez Cobaleda”. A fines de aquel año marcha a América, toreando en Perú y Méjico, y haciéndolo a principios de 1954 en Colombia.

Líder del escalafón en 1953

“Concluyó 1953 consiguiendo el número uno del escalafón de matadores de toros con cuarenta y ocho corridas, más las toreadas en la campaña americana”.

Pedrés en aquellos años era invitado a las fiestas de personajes populares. Aquí está con la Duquesa de Alba, una gran aficionada (cedida)

Lo que opinan y escriben de Pedrés

Incluimos un artículo del buen aficionado y crítico taurino albaceteño Paco López “Pacote”, amigo de Pedrés y conocedor profundo del toreo albacetense.

“PEDRÉS”. Opinión de Paco López “Pacote”

“Pacote”, flanqueado por Jaime de Armiñán (director de la serie “Juncal”) y Pedrés (cedida por el autor)

“Me pide mi paisano y amigo Santos García, unas líneas en recuerdo del torero albaceteño que revolucionó el toreo en los años 50-60 del pasado siglo,  creando una escuela de toreros de valor, que se vio refrendada por Dámaso González,  como figura del toreo y otros llegados después.

Para los jóvenes aficionados que no llegaron a verlo y que ni siquiera tengan muy claro quién fue este diestro manchego, esbozaré un breve apunte para un conocimiento, que cualquier aficionado que se precie, debería tener.

Nacido de una familia muy humilde y con seis hermanos, pronto siente el deseo de torear.

Junto a su paisano y coetáneo Juan Montero, que también sería matador de alternativa, inician una aventura de “maletillas” iniciándose en las capeas pueblerinas y saltando las tapias de los corrales de la plaza de Albacete tras las películas nocturnas que por aquella época se proyectaban en la plaza de toros.

De la mano de un taurino local llamado Lucinio Cuesta, iniciaron  Juan y Pedro (Montero y Pedres) una carrera novilleril, que tuvo su meta final en la presentación de ambos en las Ventas de Madrid. Yo tenía 12 años pero lo viví en primera persona, puesto que mi padre, Ignacio López Munera, fue el Presidente fundador de la Peña Pedrés en Albacete.

Fue el mayor acontecimiento taurino en la ciudad y se creó tal expectación por esta actuación, en un mano a mano, que hubo RENFE de poner un tren especial  con capacidad de 1.500 plazas, que junto a los autocares, automóviles particulares y otros medios, congregaron en Madrid a más de 4.000 almas para presenciar tal acontecimiento taurino. Las Ventas y sus aledaños parecían la calle de la Feria en día de toros.

Pedrés por la Puerta Grande Las Ventas de novillero 1952 (cedida)                        

Los aficionados madrileños no daban crédito a lo que estaban viendo en aquel día. La actuación de Pedrés fue rotunda con el corte de tres orejas. La crítica de la época no fue tacaña en elogios al torero manchego.

Hasta al célebre vocero de Las Ventas, “El Ronquillo’, le preguntaron tras el festejo cuál era su opinión sobre el debutante y dijo “Pedrés me parece un torero revolucionario, fuera de concurso y de abono. Está en la línea del “Litri”, pero mejor que el diestro onubense. Es más extenso y más fino”.

Igualmente se expresaba el de Borox, Domingo Ortega: “Es un torero muy grande y de un valor extraordinario, que no se crea la gente que es un suicida, Pedrés conoce los toros más de lo que parece.

Y el creador de la saga de los ‘Morenitos de Talavera”, Emiliano de la Casa dijo: “Es un torero que nos ha enviado Dios del Cielo y que ha puesto al toreo boca abajo”.

Tras aquel éxito novilleril fue don José Flores “Camara” quien se haría cargo como apoderado. Y ahí comenzó la meteórica carrera del diestro albaceteño. Tras un número importante de novilladas tomaría la alternativa el 12 octubre de 1952 de manos de “El Litri”, liderando el escalafón de matadores al año siguiente.

Pedrés y Paco López “Pacote” en el callejón del coso albaceteño (cedida)

Como entonces era la moda y “Camará” un genio en esas lides, crearon la rivalidad con “Jumillano” hijo repitiéndose este cartel en todas las plazas españolas y de América.

Su célebre muletazo  cambiado por la espalda, que en Valencia bautizaron como “El fallero” por haberlo realizado allí, en realidad era una creación suya, que ya había realizado de novillero en el pueblo albacetense de Minaya como una “pedresina”, que así apodaron desde su época de novillero.

Como colofón, apuntaré en lo personal, que mi amistad con Pedro Martínez “Pedres” se ha mantenido durante toda su vida. Él fue mi padrino para comenzar a escribir en la Revista “APLAUSOS”. Hombre serio  y parco en palabras, cómo lo era el de estas tierras, duras y secas, de La Mancha.

Se casó con una paisana de Villarrobledo del mundo de la canción, Teresa Jareño, se instalaron en tierras charras y tuvieron tres hijos, dos chicas y Pedrito, el varón continuador de los negocios y ganadería de su padre.

Pedrés falleció el 6 de septiembre del 2021, y es el único torero de Albacete, que llevando el nombre de nuestra ciudad por medio mundo, no tiene ningún monumento que recuerde su trayectoria en el mundo del toro”.

                  

Entrevista en un diario o revista local. Pedrés solía acudir con Teresa a la feria de Albacete. Esta foto es del año 2000 (Mondéjar, del álbum familiar)

Vídeo sobre Pedrés titulado “Leyenda”

Enlace de un vídeo de unos 11 minutos sobre la historia de Pedrés y declaraciones suyas: https://www.youtube.com/watch?v=rOiWRnzuZ0Q

Lo que opinan y escriben de Pedrés

Antonio Petit Caro (†), en su libro “Por la puerta grande” (Ediciones Marte 1974) analiza a una serie de toreros desde Manolete a Chamaco. Con Pedrés conversa abiertamente:

“Y «Pedrés» se echa para atrás en su butaca, riendo abiertamente. Hablábamos de la «osadía» que entraña el querer ser gente en el toreo naciendo en Albacete. Cualquiera diría, viendo a este Pedro Martínez del «hall» del Carlton, que se trata de un hombre del campo, acabado de bajar ocasionalmente de la dehesa al suelo urbano. Su facha, sus mismos ademanes… Los kilos aprovecharemos los vacíos del miedo para apiñarse alrededor de su cintura”.

-No es por nada, Pedro, pero ¿tú crees que se puede ser torero habiendo nacido en Albacete?

-Quita, hombre, de Albacete han salido un montón de toreros. «El Choni», por ejemplo. De La Roda era Manolo Escudero, y vaya cómo manejaba el capote… En mis tiempos estábamos «Potaje», «Chicuelo II»…

Luego han salido Abelardo Vergara, Dámaso González, Antonio Rojas, Julián García… Y novilleros tienes ahora mismo muchos. De aquella tierra ha salido mucha gente para vestirse de torero; lo que pasa es que a algunos parece como si les diera no sé qué decir que han nacido en Albacete.

-Pero toreros-toreros…

-Yo no te digo que mejor o peor, pero que han salido un buen número, desde luego. Claro, por lo general los toreros de mi tierra hemos tenido casi todos un corte parecido, un estilo seco, sobrio, de valor… Lo que puede dar esa tierra tan árida nuestra, ese paisaje tan seco. Ríe de buena gana. Y con esa veta de humor, de la cazurrería que da el campo, comenta:

-Vamos, yo hice lo que pude

Y añade ya muy serio: -Además, la madre de «Manolete» era de Albacete. El 50 por ciento del «Monstruo» era de mi tierra. Con eso es más que suficiente, ¿no crees?

Fachada principal del coso albaceteño (cedida)

-¿Tú por qué te decidiste por esta profesión?

-La verdad es que yo empecé por ambición, porque me dijeron que era donde más dinero se ganaba.

-¿Sólo por dinero?

-Bueno, eso fue al principio. Luego, surgió la vocación. Dios hizo el milagro de que surgiera, porque sin vocación no se puede ser torero. Para mí que es así. Por dinero se trabaja, por afición se torea. Y en esta profesión, trabajar  torear son cosas muy distintas. No hace falta más que hablar con la gente del toro para darse cuenta. Enseguida se nota quien está en esto por afición y quien lo tiene como una profesión más.

La vocación de «Pedrés» fue surgiendo por las capeas de los pueblos, allá entre las tierras de Albacete y Cuenca. El tirón del toreo iba ganándoselo tarde a tarde. Hasta que se prueba de verdad. Ocurría un 2 de junio por el año 50, cuando hace su debut de becerrista. Y cuatro meses más tarde se reafirma en su idea, cuando por primera vez se hace acompañar por los del castoreño en el paseíllo. Todo tuvo por escenario la Plaza albaceteña, como quien no quiere romper amarras para navegar demasiado lejos de lo propio.

-Una tarde importante para mi carrera fue una novillada que toreé en Bilbao, siendo yo un principiante. En ella me di cuenta que podía funcionar en esta profesión. Y luego, otra novillada en Valencia y tres o cuatro que tuve seguidas en Barcelona.

Pedrés en el callejón de Albacete en 2010 (foto Manuel Podio del álbum familiar)

Funciona en el oficio bajo la dirección de Luciano Cuesta, su primer apoderado, y con el padrinazgo de Cristóbal Peris, empresario que fue del coso de Valencia y de otras plazas. Dos largas temporadas como novillero y se planta delante de la alternativa.

-La tomé, me parece a mí, en el momento justo, cuando ya estaba bastante hecho. La verdad es que los profesionales me dijeron que era el momento oportuno. Y seguí su consejo. En esto ocurre como en todo. Si quieres estudiar Medicina, primero tienes que hacer el bachiller, y bien hecho. Para el torero es lo mismo. Necesita un buen aprendizaje, un rodaje a fondo.

-¿Qué suponía la alternativa para tí?

-Es el espaldarazo que todos los muchachos que comienzan sueñan recibir algún día. Y sobre todo, supone el poder competir con las figuras del toreo.

En Ciudad Rodrigo (Conde Rodrigo II) rodeados de toreros y ganaderos salmantinos (cedida)

Y tal espaldarazo lo recibe, llevado ya de la mano de «Camará», en Valencia, el 12 de octubre de 1952, cuando mató una corrida de Sánchez Cobaleda mano a mano con «Litri>>. Por poco tiempo se mantiene en los ruedos. La temporada del 55 tuvo que retirarse: la salud le obligó. Como la vocación no se apaga, cuando se encuentra repuesto vuelve al toro. Y desde 1960 se mantiene en la profesión hasta el 65, con la sola interrupción del año 62 en el que los negocios le absorben por completo.

-Mi despedida fue en Hellín el 1 de octubre del 65, toreando con Paco Camino y El Cordobés. Mi último toro se lo brindé a «Chopera», a Ignacio Sánchez Mejías, que era mi apoderado, y a Manolo.

-En tu opinión, ¿cuáles son los puntos fundamentales de toda tu carrera?

-Quizá se puedan concretar en tres: el debut sin caballos en Albacete, mi presentación como novillero en Madrid, que a raíz de eso fue cuando me cogió «Camará», y una corrida de Urquijo que maté en la feria de Sevilla del 63.

La leyenda, el eco de aquella tarde le acompañó luego hasta su retirada. Había llegado a la Maestranza para sustituir a Jaime Ostos, que como era norma casi en el ecijano se encontraba herido. Antes de aquella corrida, los «Chopera» le habían firmado una exclusiva, sin demasiados vuelos, pero ventajosa en opinión del torero. El triunfo ante los «urquijos» le hizo firmar sobre la marcha 80 tardes más de sufrimientos y triunfos.

-¿Cuándo fue tu bautizo de sangre?

-De novillero en Valencia. En total, los toros me pegaron 14 cornadas. Pero uno no puede achicarse ante ellas, tienes que seguir adelante. Para mí, en esto ocurre como con el toro: cuando un toro es bravo, después de un puyazo se crece. Si el torero tiene casta, después de una cornada vuelve con más fuerza; si no la tiene, claro, se va a casa.

-Oye, ¿qué es más importante la casta o el arte?

-Todo tiene su importancia. Pero puestos a elegir, para mí que sin casta no hay nada que hacer en este oficio. Ese constante volver a la cara del toro una y otra vez, es fundamental. Si eso, además, se hace con arte, te encuentras ante una figura del toreo.

Su ídolo fue Juan Belmonte (cedida)

Y como para dejar bien claro que siempre tuvo casta, se declara un enamorado de la profesión, dispuesto siempre a coger un capote a poco que se tercie la ocasión.

¿Tanta casta como para reaparecer?

Me gusta ver la vida como es. Y está claro que en mi caso ya no es momento para eso.

¿Torear festivales o en el campo?

Lo que haga falta. En cuanto me llaman, dejo todo lo que tengo entre manos y me dedico a ello de lleno.

El matrimonio con sus hijos: María Teresa y Pedro. Luego vendría Rocío (1974)

Y entre festival y festival, «Pedrés» se dedica hoy a atender su dehesa, allá por tierras lindantes con Ciudad Rodrigo, y a dirigir su negocio de gasolineras.

¿Casado?

-«Yo soy de los de vocación tardía para el matrimonio»- y con dos hijos, una niña y un chaval, demasiado pequeño todavía como para soñar con heredero taurino.

Confiesa que su ídolo ha sido Juan Belmonte -«para mí fue el dios del torco> elige para vestirse un terno color salmón con bordados en oro, de esos 20 minutos de tragedia que supone la lidia se queda con el toreo de muleta, por enemigo prefiere cualquiera de la rama Parladé y como escenario más propicio las plazas de Sevilla o Bilbao.

Es Pedro Martínez torero de dos épocas, de esas etapas que bien puede decirse tienen por lindero fronterizo el aprender la lección ortodoxa del toreo.

-En mi primera época, cuando empecé, todo me salía al revés. El toro me pasaba más veces por la espalda que por delante.

-¿Y la segunda?

-En esa, lo intenté hacer como el mejor. Conmigo había aficionados y críticos que se metían una enormidad. Y quise demostrarles que sabía hacer el toreo como cualquier figura de mi época. Creo que, por lo menos, me defendí con dignidad. Por eso es para mí tan importante aquella corrida de Urquijo de Sevilla en el 63. Allí demostré como sabía torear.

-Pero si tuvieras que quedarte con una época nada más, ¿Cuál elegirías?

-Estoy orgulloso de las dos. En la primera, porque con la ilusión que te entregas cada tarde, llegas al público, la gente siente los deseos de uno; pero, claro, para mí fue más importante la segunda, porque suponía demostrar que yo era torero.

-A la profesión le ganó el dinero que hoy tiene.

«Ni juego las quinielas, ni me ha tocado la lotería nunca, así que…»

Vive tranquilo. Con añoranza quizás de los tiempos pasados, más que nada por los cambios que experimenta la Fiesta.

Pedrés en uno de los numerosos festivales que toreó en Albacete (Mondéjar del álbum familiar)

-Creo que a esta profesión se le ha quitado importancia. Esa leyenda tan bonita que tenía, está desapareciendo. Están matando toda esa leyenda de gestas y gestos de los toreros. Por un lado, parece como si todo el ambiente estuviera muy mercantilizado, y se ha hecho llegar al público eso. Por otro, tampoco los toreros tienen que ganarse cada tarde otro contrato más, con las exclusivas y los montajes de hoy. Y aquello le hacía a uno salir siempre con ganas de pelea.

Pedrés con su padre, Joaquín Martínez en los años 50 (cedida)

Hoy, no, ya no es así. Te firman al principio de temporada 60 o 70 corridas de toros y ya sabes que, estés bien o mal, tienes hecha la campaña. Con una cosa y otra, toda esa leyenda que rodeaba al toreo va desapareciendo. Y lo que no se puede negar es que era bonita, casi mítica.

Quizá por eso, por esa falta de leyenda que hoy se vive, la desmitificación que se diría en conversación de los más «in», nunca olvidará «Pedrés» un suceso que le ocurrió en Madrid. Él lo cuenta con estas palabras:

-En San Sebastián un toro de Sánchez Cobaleda me pegó dos cornadas grandes. Fue cuando me lesionó la safena y todo eso. En fin, uno o dos años más tarde, estaba una noche en un club de Madrid tomando una copa. Al rato se me acercó un camarero, el hombre muy amable, casi con apuro. Traía una fotografía de aquella cornada precisamente para que se la firmara.

«Ya sé que no es una foto muy bonita…», me decía como disculpándose.

Iba a quitarle importancia, a decirle que no me importaba firmarle el autógrafo allí… Pero me quedé sorprendido, a este buen hombre le caían lágrimas como puños. Es que, vamos, no sabía qué hacer.

Y me contó su historia.

Resulta que era un exiliado de nuestra guerra que vivía en Francia. Me había visto torear muchas tardes en las plazas de Bayona, de Dax… por todas las de aquella zona.

Y pasó a San Sebastián a verme la tarde la cornada. «Cuando le vi herido, me dijo, prometí que si usted se salvaba, volvía a confesar y a comulgar. Y desde entonces me han ido las cosas tan bien…!»  Yo no sé si, al final, el que estaba más emocionado era él o yo. Desde luego, nunca se me olvidará aquello.

Pedrés y la anécdota del peluquero de Yeste

Hay otra anécdota graciosa y curiosa de Pedrés de sus tiempos de capeas que hemos entresacado de la documentación que nos envió Teresa y Pedro:

“Yendo como capa a Yeste, fui a «pelarme», y entre los clientes uno se ofreció a hacerlo, ante lo que le pregunté ¿pero usted es peluquero?, y me dijo que lo había sido, pero que ahora era guardia.

Cuando le fui a pagar no me quiso cobrar y me dijo que se llamaba «El Sapo» y que la forma de pagarle era que le conociera el día que saliera a hombros por la puerta grande de Madrid.

Y así fue. El día de mi debut y tras la posterior salida a hombros un guardia que organizaba la gente se dio la vuelta y me preguntó ¿me conoces?, como no, eres «El Sapo» y me dijo: Pedro, vaya espectáculo para un guardia, y se volvió llorando”.

Pedrés en un tentadero toreando con sus hijas María Teresa y Rocío en brazos. ¡Genio y figura! (cedida)

 

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