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Pedrés-Teresa, la historia continúa (XXII). Por Santos García Catalán

PorAdministrador

Abr 12, 2023

Pedrés con su hijo Pedro en una tarde de toros (cedida)

Capítulo anterior: https://villarrobledodiario.com/pedres-teresa-la-historia-continua-xxi-por-santos-garcia-catalan/

Santos García Catalán

Estamos llegando casi al final de la etapa. Y lo hacemos, como no podía ser de otra forma, con una entrevista a Pedro, el segundo hijo del matrimonio, donde nos habla a corazón abierto sobre sus padres:

Conversaciones sobre Pedrés y Teresa con su hijo Pedro.

Pedro Martínez Jareño, el hijo mediano y único varón del matrimonio. Lleva el peso y la responsabilidad de dirigir a buen puerto el legado de su padre, el gran Pedrès.

Economista, Pedro Martínez Jareño se enroló de inmediato a aliviar a su padre en las tareas administrativas y de gestión. En la actualidad, lleva las riendas de los numerosos negocios de la familia, a caballo entre Madrid, Alcalá de Henares y Salamanca, donde están las tierras, el ganado bravo y los negocios de carretera en La Raya.

Antes de continuar hemos de felicitar a nuestro personaje porque acaba de ser padre por tercera vez.

P.- ¿Cómo se siente uno al ser padre a los 50?

R.- Con la misma ilusión y responsabilidad que cuando Silvia y Natalia llegaron. Ahora si cabe con más experiencia y con muchas ganas de disfrutar de la pequeña Candela. Muy feliz en todo caso.

P.- ¿Cómo era tu padre, Pedro?

R.- Una palabra me viene a la cabeza: GRANDE, y dos adjetivos que para mí lo califican: GENEROSO Y BONDADOSO.

Torero desde los pies a la cabeza. Si grande por lo que consiguió y la hemeroteca nos cuenta en su época como Torero, una vez retirado, sin nostalgia, y sin vanagloriarse de lo que fue, encaminó su vida dedicada a su familia y los negocios que emprendió.

Siempre me decía que lo importante no es lo que uno había sido ni que lo que fuera a ser, sino que SEA, es decir labra tu futuro viviendo y trabajando el presente, intentado ser bueno, o como él decía BUENO DE VERDAD.

P.- ¿Qué has aprendido de él y qué te ha enseñado?

R.- No era hombre de grandes lecciones, sino que la habilidad más grande que tenía era enseñar con el silencio. Con el ejemplo. Decía que sólo fue al colegio dos inviernos y que había aprendido a sumar y multiplicar, no quería saber nada de dividir o restar, y tal era su inteligencia natural que ante cualquier eventualidad o problema que resolver valía con una frase para resolver el problema más grande. Era reflexivo, paciente, no tomaba nada a la ligera o con urgencia, como decía, si tiene que ser será y sino hay que dejarlo pasar. Siempre con el foco claro de su día a día, familia, amigos y negocios. Era un pensador incasable, y constante.

                              Teresa y Pedrés en una tarde  de toros (cedida)

P.- ¿Háblanos de sus virtudes y de sus defectos, porque todos los tenemos?

R.- Sus “defectos” eran sus virtudes, estar pendiente de la familia, de sus negocios, de sus amigos, en un grado máximo. Constancia y perseverancia, siempre atento a lo que le importaba, era su mayor virtud, pero defecto porque anteponía el bienestar de los que le rodeaban al suyo propio.

P.- ¿Y de Teresa, tu madre?

R.- Mi Madre ha sido la persona que siempre ha estado en todos los momentos, buenos y malos, que ha dedicado su vida a cuidar y unir a su familia, generosa y bondadosa.

P.- Hijo de una cantaora y de un torero al que no le faltó de nada desde que nació.  ¿Te criaste como niño bien?, o Pedrés te enseñó desde chico a ganarte el pan

R.- Gracias a Dios, no me puedo quejar de nada, sólo dar gracias. Nunca nos ha faltado nada, pero bien es verdad que desde muy pequeños pasábamos el verano haciendo deberes y tareas con mi tía Maruja, que venía desde Albacete con mis primas a pasar las vacaciones haciéndonos trabajar, era profesora. No había piscina sino acabábamos los deberes, luego llegaba septiembre y el colegio se hacía mas fácil. Después recogiendo alpacas, luego en la frontera ayudando en la gasolinera, en la tienda. En fin, me enseño a trabajar y valorar lo fácil que es gastar y lo que cuesta ganar el dinero.

Pedro, recogiendo un trofeo en la vallisoletana Laguna de Duero. Una plaza talismán para la familia ganadera (cedida)

P.- ¿Cómo has llevado el ser hijo de torero famoso?

R.- Él no nos transmitía esa sensación de famoso. No vivimos su época de figura, y no se daba la importancia que otros le manifestaban. Siempre que le decían “Maestro”, el contestaba “Discípulo”. Sin duda siempre aprendiendo de como manejaba cualquier situación que se le planteaba y resolvía de manera elegante e inteligente. Así que fácil y disfrutando siempre de sus lecciones de vida.

¿Y de una cantaora de tronío que dejó todo por amor a tu padre?

R.- Ambos nos han educado con valores firmes y respeto hacia los demás. Quizás nunca hemos puesto en valor todo lo que hizo mi madre al dejar toda su incipiente carrera por formar una familia y acompañar a mi padre en su proyecto de vida en común, de lo que debemos darles las gracias.

                     Teresa Jareño, la gran artista Villarrobledo (cedida)

P.- ¿Cómo están las cosas por La Raya. Háblanos de “La Pedresina” hostelera y como surgieron esos negocios. ¿Tan lince era tu padre en los negocios?

R.- Siempre se rodeó de personas mayores que le daban consejos y como hombre práctico supo coger lo mejor de cada uno de esos consejos. Martínez Falero le dijo que las gasolineras eran buen negocio, así que con un acérrimo seguidor suyo, alcalde de Torrejón, D. Ramón Fernández Villaplana, compraron un terreno en Alcalá de Henares, donde hoy está la estación de servicio San Isidro, y mientras estaban las obras de este emplazamiento compró a Roberto Iglesias la concesión de la estación de servicio La Pedresina en la frontera de Fuentes de Oñoro con Portugal.

Cerca de donde antes había comprado la finca Los Labros. Así que junto a mi primo Josete que se centró en La Pedresina pusieron los pilares de los negocios que están funcionando desde entonces.

Los negocios de La Raya, al fondo “La Pedresina”

P.- ¿El recuerdo de “El Raboso” estará perenne en vuestra casa?

R.- Sin duda, José Matías Bernardos “El Raboso”, se puede considerar unos de los grandes amigos ganaderos que tuvo mi padre, junto a Andrés Ramos, Javier Sánchez Arjona, Juan Mari Pérez Tabernero, Atanasio…y muchos más. Pero la conexión con Raboso se hacía notar. Me decía ¿sabes porque tú padre y yo somos tan amigos?, porque el “burro en la linde”, si me deja un toro o si se lo dejo yo nos lo pagamos, y así dura nuestra amistad.

                          “El Raboso” y Pedrés en una tarde de toros (cedida)

Los tentaderos en Cilleruelo, los viajes en su viejo cuatro caballos verde, las largas jornadas a caballo para efectuar las labores propias de la ganadería como desahijar, apartar…hicieron que gozáramos de la presencia del Raboso en innumerables ocasiones, siempre rematadas en la chimenea de casa y tomando el ganado vino o “cacho” de jamón, chorizo. Las farias, siempre farias, y tantos y tantos recuerdos que hacen inolvidable esos momentos.

P.- Cuenta a los lectores la procedencia de vuestro hierro

R.- Dice mi Padre que fue a casa de Raboso a por unas vacas mansas y se acabó trayendo una punta de vacas bravas y un semental. Procedencia de María Antonia Fonseca.

P.- ¿Cuánto ganado reunís en «Los Labraos»?

R.- En la actualidad, después de una dos crisis seguidas, la de 2007 y la pandemia reciente, hemos dejado unas 90 madres, y lo complementamos con vacas mansas y marranos de cara a la montanera.

P.- Para esta temporada que tenéis de saca para lidiar

  1. Para esta temporada tenemos dos corridas de toros y dos novilladas. Una novillada ya está reseñada para Calasparra, donde hace años lidiamos y pasamos muy buenos ratos.

P.- ¿Y el ganado bravo en estos tiempos tan duros cómo se maneja desde los despachos?

  1. Con la cabeza fría y con el respeto que se merece. Mi padre decía que el toro se lo dio todo y algo le tenía que dar al toro. Pero también era un hombre práctico que sabía cuándo seguir y cuando parar algo.

En la actualidad y por todo el trabajo, ilusión y dedicación de tantos años, estamos muy atentos a la situación del mercado y manejamos una cantidad de ganado razonable para ver como este evoluciona.

Donde realmente se maneja es en el campo, donde se disfruta de la cría, de los tentaderos, de los herraderos, de las cubriciones…del día a día. Para ello nuestro mayoral, Julian, que es más que eso, por tantos años de dedicación, de triunfos, de disgustos, es un gran pilar para seguir adelante. En fin, con mucha ilusión, pero con la misma humildad y precaución.

P.- Tus padres, aunque más tu padre, se sentían a gusto por La Raya y por Ciudad Rodrigo. ¿Os han transmitido ese cariño por estas tierras?

R.- Sin duda, nos consideramos salmantinos, con sangre de Albacete y de Villarrobledo. Ciudad Rodrigo, Fuentes de Oñoro, Espeja e Ituero de Azaba son parte de nuestra infancia, de nuestra idiosincrasia. La suerte que tuvo mi padre es comprar una finca en esa zona, y posteriormente parte de sus negocios se situaron por azar de la vida en la misma zona. Así que tenemos la suerte de que la gente que está con nosotros, sean de esta zona, que nos acogió hace tantos años.

P.- Por cierto, hemos visto alguna foto tuya tentando ¿Qué tal se te da lo de torear?

R.- Lo de la foto, ya me hubiera gustado a mi heredar algo del toreo de mi Padre. Aficionado y de vocación tardía. He hecho mis pinitos en el campo, como para darme cuenta lo difícil que es. Sólo para matar el gusanillo.

             Pedro en un tentadero luciéndose por naturales (cedida)

Mucha suerte, Pedro y que el gran Pedrés te siga guiando.

Lo que opinan y escriben de Pedrés

                          

                    Pedrés en su casa el día de la entrevista (foto Carlos Arévalo)

Hoy traemos a este capítulo una magnífica entrevista a Pedrés, realizada en junio de 2014 por el maestro de la pluma taurina, José Carlos Arévalo (Toros 92- 6Toros6- Entretoros) y publicada en el número 59 de la revista Taurodelta, que se editaba en la etapa de José Antonio Martínez Uranga y su hijo Manuel  ““Los Choperita” cuando fueron empresarios de Las Ventas. Fotos de Carlos Arévalo y archivo Espasa Calpe:

José Carlos Arévalo, escritor y periodista (cedida)

Pedro Martínez Pedrés, sesenta y dos años después

“Los toreros marcan los tramos de la vida del aficionado. Cuando yo era adolescente, y Ilevaba un año viendo toros en Las Ventas, exactamente un18 de junio de 1952, triunfó en Madrid de manera espectacular un novillero: Pedrés.

Debutaba aquel día junto a otro albaceteño, Juan Montero. Trajeron de la capital manchega una rastra impresionante de aficionados: Ilegaron a la estación de Atocha varios trenes y por la tarde se llenó la plaza. Pedrés cortó aquel día 3 orejas a dos novillos de Sánchez-Cobaleda. Los repitieron el día 5, con ganado de Atanasio Fernández, y aquella tarde cortó los orejas Jumillano, que debutaba.

Entonces, las novilladas tenían tanto tirón entre la afición como las corridas de toros, pero el interés suscitado por el manchego y el vaIlisoletano fue tal que la corrida de la prensa que se celebró el 3 de julio fue una novillada, también de Sanchez-Cobaleda, que torearon mano a mano los dos triunfadores. Ambos salieron a hombros. Pedrés cortó una oreja al 3º y dos al 5º, y Jumillano dos al 6º.

Pedrés de novillero en Las Ventas (Espasa Calpe)

De todo aquello, que sucedió cuando yo tenía once años, el recuerdo selecciona entre otras impresiones la sensación que me causó Pedrés, un torero de seca personalidad, mucho valor y absoluta quietud, que conmocionaba a los tendidos desde el primer muletazo,

Sí, eran otros tíempos, los toreros, matadores y novilleros, estaban presentes en los medios informativos, el toro era más joven y terciado, se movía mucho más, cogía más a los toreros, se veía torear un día sí y otro también, y la gente de coleta, los que valían, se hacía rica en un santiamén.

Hoy, cuando van a cumplirse sesenta y dos años de aquel fulgurante debut,  me reúno con don Pedro Martínez, en su casa madrileña de la calle Ferraz.

Maestro, ¿cómo era Juan Montero?

Una buena persona y un buen torero

¿Pero, cómo toreaba?

Él intentaba parecerse a Manolete.

¿Por qué se acabó la competencia? En Madrid, y luego en toda España,  Se decidió que quienes debíamos competir éramos Jumillano y yo. Todo empezó con mi debut, el día en que corté tres orejas y pude cortar cinco, y poco después con su debut, cuando cortó dos orejas. Ambos triunfos se refrendaron en la novillada de la prensa, los dos salimos por la puerta grande.

Sin embargo, la pareja no duró mucho.

Tanto don José Camará, mi apoderado, como el padre de Jumillano, vieron bien la competencia que había surgido en el ruedo. Pero la pareja duró poco porque Jumillano tomó la alternativa en seguida.

En qué se diferenciaba el toreo de aquel tiempo, cuando tú apareciste, y el de hoy.

Por mi parte, se diferenciaba en que yo no había estudiado en ninguna escuela taurina. Yo salía al ruedo con la mente en blanco, sin saber lo que iba a hacer, y me adaptaba a las circunstancias, es decir a lo que el toro me iba planteando.

¿Y cómo te adaptabas a las circunstancias?

Yo salía a arrimarme más que ninguno, a quedarme más quieto que ninguno. Inventé la pedresina por culpa del litrazo. Si Litri se sacaba la muleta de la espalda citando de lejos para embarcar de frente, yo decidí enseñarla de frente, a distancia, plegada y dar la salida al toro por la espalda.

La pedresina era un pase de inicio, para meter a la gente en la muleta… ..o se daba también mediada la faena para sujetar la atención del público.

Era preferible darla en los medios o al hilo de las tablas. Era más fácil, aunque también muy emocionante en tablas

Por qué se dio mucho la pedresina en los años 50 y 60, y después pasó muy raramente. ¿Era más peligrosa que el cambiado por la espalda?

La muleta plegada es más peligrosa…¿no?

La Pedresina, un pase clásico del torero albaceteño que ponía en pie al público (cedida)

Aunque te lanza Madrid, tu siempre has sido un torero muy del gusto valenciano, como Litri, tu padrino.  

Sí, ahí tomé la alternativa. Allí me dieron mi primera cornada grave y allí triunfé varias veces. Me siento muy bien con Valencia.

Recuerdo una faena tuya en Madrid, en la que pinchaste mucho a un toro y le cortaste una oreja.  

Sí, le pinché cinco veces. Fue en una corrida de la prensa que toreamos César y Curro Girón, Curro Romero y yo. Recuerdo que fue una faena muy emotiva. El toro era de Alipio Pérez-Tabernero. Se paraba dentro de la suerte, hasta tres veces, y claro, los muletazos eran en tres tiempos, de mucho aguante, muy largos y muy lentos. Se armó un gran alboroto. Recuerdo que Luis Miguel Dominguín estaba en una barrera y se puso en pie en varias ocasiones, la plaza estaba al rojo vivo…

¿Y por qué lo pinchaste?

Porque yo me tiraba a matar y el toro no me dejaba pasar, y cada vez que entraba, el toro me daba una voltereta.

Piensas que hoy en día, con presidentes tan reglamentaristas, se concedería una oreja después de cinco pinchazos

Sí, ¿por qué no? Cuando el pueblo está contigo no hay quien lo pare.

Como todas las figuras, hiciste las Américas y ¿qué afición te gustó más? La afición más pura es la de México. Allí calibran mucho a los toreros. Los catalogan mucho. En Colombia es también buena la afición. En Venezuela, la afición es muy apasionada Y en Perú tienen una plaza estupenda, la de Acho. Ahora se me viene a la mente algo que no me había ocurrido nunca. Fue en la Santamaría de Bogotá, al iniciar una pedresina.

Pedrés vistiéndose en una tarde venteña (Espasa Calpe)

Cuando cambié la muleta para darle la salida por la espalda, en ese momento en que pierdes de vista al toro, sentí como si el toro hubiera desaparecido, que no había pasado. Lo miré por el rabillo del ojo y lo vi a dos metros, escarbando, sin querer entrar. Pero yo no me podía ir, si lo hacía me echaba mano. De modo que seguí presentándole la muleta, de espaldas, llegándole con ella hasta tocarle la cara. Entonces pasó y la plaza se puso en pie. De Colombia tengo buenos recuerdos, en la plaza y fuera de la plaza. Allí hice buenos amigos.

¿Con qué toreros competiste en América?

Siempre con César Girón. En México, con Juan Silveti, que era muy poderoso, con Jesús Córdoba, un gran torero y un muchacho excelente, con Capetillo, un muletero muy largo…

¿Y con Albacete?

Para mi Albacete lo es todo. Es mi tierra. Y donde más sufría antes de torear. En Albacete, si tú no cantas te cantan

¿Qué torero de tu época te apretaba más?

 César Girón, era tremendo y un gran torero, se arrimaba mucho. También Antoñete, que llegó al mismo tiempo que yo y era muy bueno.

César Girón, el torero más importante que ha dado Venezuela (venezuelataurina.com)

¿Qué opinabas de su toreo con respecto al tuyo?  

En aquella primera parte de mi carrera yo no pensaba en el toreo, ni en el de ellos ni en el mío. Vivía encerrado conmigo mismo. Sólo quería hacer lo más difícil, arrimarme lo máximo posible y quedarme muy quieto. En el toreo pensé más tarde, cuando me retiré el año 55.

Tres años de matador y de pronto la retirada. Te habías comprado ya una finca, ¿tanto ganaban entonces los toreros o es que las fincas eran más baratas?

Tres años muy intensos, por eso necesitaba pararme, pensar. Y sí, había ganado dinero. Por eso me compré una finca, porque tenía el dinero para comprarla. Luego, ya retirado, toreé mucho, toros por la mañana, vacas por la tarde, todos los días, en el campo de ganaderos muy hospitalarios, El Raboso, Atanasio, los Pérez-Tabernero. Entonces toreaba y pensaba el toreo.

Quizá por eso, cuando regresaste en el año 60, eras otro torero. Un torero completamente distinto. Había cambiado el hombre y habían cambiado las circunstancias.

Y yo toreaba de acuerdo con mi nueva realidad. Los Chopera y Balañá me plantearon una exclusiva. Me fue bien, la vez que menos cobré fue el doble de lo que me ofrecieron en la exclusiva. Tengo un buen recuerdo de los Chopera, eran unos caballeros.

Era un toreo más clásico el de tu regreso, muy profundo, de muletazos largos y templados. Era siempre el toreo fundamental, despojado de cualquier adorno. ¿Crees que llegabas tanto al tendido como en la primera parte de tu carrera?

Cuando cuajaba a un toro, sí.

            Pedrés con Julián Tabarez, su mayoral y hombre de confianza en Los Labraos (foto álbum familiar)

Después te retiraste, pero seguiste como ganadero. Dime, ¿por qué lidias solo novilladas?

Para no complicarme la vida. Yo me dediqué a la gasolina (estaciones de servicio) y me ha ido bien. El toro para mí es un placer, verlo en el campo, criarlo. Nunca quise que me diera problemas. De modo que las comisiones de los pueblos me lo pedían y enviaba los novillos. Eso me hace feliz. El año pasado lidié una novillada en Albacete y vi la plaza llena, me emocionó. Mis paisanos ya no iban a verme torear pero iban a ver mis toros. Pero este año voy a lidiar dos corridas y tres novilladas.

Maestro, ¿cómo ves ahora el toreo?

Bien vestido. De chaval vino a mi casa, a torear, José Tomás. Le dije dos o tres cosas, eso de llamar al pan, pan y al vino, vino; como hacía José Camará, que era un hombre de pocas palabras, solo las justas. No creo que le hicieran falta. Es un enorme torero. Y también está El Juli, y Perera, el extremeño, y el francés, Castella, al que da gusto verlo torear. Y otros que ahora no me vienen a la cabeza. Pienso que hay un buen plantel de toreros.


                              José Tomás en su época de esplendor, citado por Pedrés (cedida)

¿Sigues yendo a la plaza a ver torear?

Ayer me acerqué, pero no a la corrida. Fui al acto de El Cordobés, qué tipo fenomenal, qué cachondo, qué gran actor y qué buen torero. Si como torero se hizo millonario, como actor habría sido igual. No quería perderme su aniversario, yo fui su padrino de confirmación. Pero luego volví a casa, con la familia, a ver los toros por televisión. Es que ya estoy mayor…

Sí, mayor, pero con la cabeza en su sitio. Gracias maestro”.

El Cordobés recibiendo la felicitación de su amigo Pedrés en el 50 aniversario de su alternativa (2013) (foto cedida)

 

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