Pedrés, rodeado de jóvenes aficionados en su primera tarde de luces. Actuó de sobresaliente en Calasparra el 30 de julio de 1949 con Paquito Esplá (padre de los Esplá) y Pepe Madrid (cedida)
Capítulo anterior: https://villarrobledodiario.com/teresa-jareno-la-gran-artista-de-villarrobledo-vii-por-santos-garcia-catalan/

Toda esta historia se inició cuando hablé con Teresa para contar su vida a través de una entrevista larga y enjundiosa. Una vez que nuestra paisana se decide, detecto que harán falta más capítulos para completar su biografía. Y es cuando le solicito que amplíe los textos.
A Teresa le cuesta recordar, pero al final sale adelante con la publicación de siete capítulos, plagados de fotos, en el digital villarrobledodiario.com que dirige nuestro paisano Miguel Parreño (gracias, Miguel).
Y ahora Pedrés
Una vez finalizada la historia sobre Teresa Jareño, que por cierto ha tenido muy buena acogida, hasta el punto de que interesó al programa de Ramón García, “En Compañía” de CLMTV, invitando a Teresa al citado espacio, decidí plantearle a la familia la posibilidad de contar la historia del patriarca, el gran Pedrés. Y aquí estamos.
De Pedrés hay muchos textos, reportajes, columnas de opinión, etc., pero no hay una historia completa desde su adolescencia; sólo hay retazos, bien narrados como por ejemplo en el libro de Serna, del que arrancaremos la historia de uno de los grandes toreros que ha dado Albacete.
En los relatos de su esposa, la figura de Pedrés va increscendo a raíz de conocerse, y culmina cuando se enamora de Teresa y la lleva al altar. Entonces se crea el morbo del torero y la cantaora por la diferencia de edad entre ambos, Pedro tenía 18 años más que Teresa. Pero eso, y la felicidad de ambos, han quedado meridianamente claro en sus VII capítulos.
Pedrés en la niñez contado por su madre y su hermana
Del libro del abogado y escritor albaceteño, José S. Serna, (el patriarca de las letras de Albacete (†) 1983) titulado “Toreo y azar de Pedrés” (1952), extraemos los textos sobre nuestro protagonista a través de su madre y hermana. Son los años triunfales de los dos toreros que cimentaron la tauromaquia en Albacete: Pedrés y Montero, tanto monta. Juan era unos meses más joven que Pedro.
Serna, en una narrativa llana y comprensible, llena de citas literarias, poéticas y costumbristas, nos descubre al Pedrés rebelde en su niñez y obstinado en aspirar a ser torero, aún a fuer de recibir algún manotazo que otro de su progenitor, mientras que su madre llora desconsolada. Sublime, Serna.
Pedrés, jovencísimo, en el centro, en una de las muchas capeas que hizo por los pueblos de Albacete, Cuenca y Valencia (cedida)
Por aquella época, el abogado y poeta albaceteño Matías Gotor (1987†) finalizaba su poema de esta forma:
“Las muchachas del pueblo
van a los toros
por Pedrés y Montero,
por ellos solos”.
“El bar Avión, ciudadela del imperio pedresista”, citas de estas hay a montones por la grácil pluma de Serna quien aborda a su hermana y llega el diálogo entre ambos. Antes, Serna descubre que Pedrés era uno de los hijos de José Joaquín “Manazas”. Y cita Serna: “Tu padre que, por hombre, no os ha pegado casi nunca, levanta la mano airada y te grita: ¿Tú, toreando por esas capeas, saltando las tapias de la plaza y del matadero? Vas a ser la vergüenza, la deshonra de la familia”
Foto familiar de Pedrés con sus padres y hermanos. Pedrés sujeta un peluche en las haldas de su madre. Junto a Pedrés Irene, su hermana. La niña sentada en la pierna de su padres se llama Joaquina y es la única que vive. Tiene 94 años. A la derecha, de pie, una hermana del padre. (cedida)
“Tu pobre madre llora, -sigue Serna- mientras Irene se ha encargado de ti. Tú bien sabes lo que eso significa, conoces bien a Irene, tan indomable y seria como tú. Va a hacerte toda clase de consideraciones cariñosas, aun sospechando que serán inútiles. Luego, desesperada, reñirá contigo y te vigilará de cerca y hará que traslades tu cama a su habitación, para que al amanecer no puedas escapar a las lejanas capeas”.
Datos biográficos de Pedrés
Pedro Martínez González, “Pedrés” en los carteles, nació en el caserío Hoya de Vacas, (entre Tarazona y Motilleja) el 11 de febrero de 1931, hijo de José Joaquín Martínez Escamilla y de Incresa González Martínez (aunque todos la llamaban Teresa). Es el menor de seis hermanos, aunque Teresa tuvo hasta 13 hijos.
Breve palique de Serna con Teresa González
Serna narra una conversación con Teresa sobre el trabajo de Joaquín, su marido, quien laboraba de aniagero (capataz que manda a los otros mozos) en el caserío de Hoya de Vacas, donde nació Pedrés. Su madre se encargaba de hacer la comida para su familia y los mozos del caserío. Luego, al parecer, ya en Albacete, José Joaquín debía tener una huerta y ahí empieza la conversación de Serna con Teresa:
“¿Por dónde “cae”, Teresa, la huerta de su marido? Pasado el puente de la Alfonsica, río arriba, a la izquierda. No tiene nombre. Joaquín pasa allí todo el verano. Allí trabaja, come y duerme. No viene, como le he dicho, más que cuando torea nuestro Pedro”.
Posteriormente, Serna aborda otra conversación con Irene, la hermana mayor de Pedro, quien antes de soltar palabra sobre su hermano dice que nunca había hablado de él cosas para publicar. Esta es la narración de Irene:
“La primera afición de Pedro fue ser futbolista, ya ve usted. Actuó como portero, hasta que un día recibió tal patada que le produjo una hernia, de la que le operó don Gabriel Arcos. Eso “lo borró”. Tenía entonces trece o catorce años.”
¿Y después? -insiste Serna- “Quiso dedicarse al boxeo o a la lucha libre. Para
prepararse, hacía gimnasia en el patio de la casa. Me decía que convenía tener rota la ternilla de la nariz, y se daba él mismo unos terribles puñetazos. De repente, le entró la afición por los toros”.
Aquí, en este establecimiento de la albaceteña calle Marqués de Molins, 10, pasó Pedrés cinco años de su vida laboral (La Cerca)
Villarrobledo sale a la palestra
Irene continúa: “Estando empleado ya en los Almacenes Lorenzo, su amigo Juan Montero y él empezaron a torear de salón en el patio de Pepete, que es ebanlsta y quería ser torero.
Los aleccionaba Pepe “Minuto”, hermano menor de Juan; ese que ha toreado ahora en Cieza con el también albaceteño Mariano Gallardo ¡Y les echan unos toros por esos pueblos!…
Lo mismo que pasaba con mi hermano. Ya ve usted lo de Villarrobledo. Moruchos de seis años a Valerito, Junquera y Vicente Blanquer “El Gallo”. Otros tres toreros de la camada local, como dicen los periódicos”.
Irene, la hermana “vigilante constante” de Pedrés (cedida)
Y ¿qué ha pasado? -inquiere Serna- “Ya lo habrá usted leído. Heridos de consideración Junquera y Valerito”.
Está usted muy empollada, Irene –indica Serna con sorna-
“Todo se contagia, señor”,-responde Irene quien continúa su relato sobre Pedrés- “Otra afición de mi hermano es la caza. Le gusta mucho. Va cazar con frecuencia a Casa Aquilino o a “La Calera”, a unos catorce kilómetros de aquí”.
Veinte duros mensuales en 1951 por llevar paquetes
Irene, sin contenerse lo más mínimo, sigue dando apuntes a Serna: “De los trece a los quince años, estuvo Pedro colocado en casa de la Justa, una tienda de ultramarinos”.
“Cumplidos los quince, pasó a los almacenes de tejidos de don Lorenzo López, (Almacenes Lorenzo) donde estuvo hasta el verano del 51. Allí embalaba los paquetes de pedidos y los llevaba a domicilio. Le pagaban al principio veinte duros mensuales. Cuando debutó en ésta, le subieron el sueldo a treinta duros. Luego cobró cuarenta, hasta que se marchó para dedicarse de lleno a torear”.
El diario La Verdad, delegación de Albacete, publicó en 1993 la visita de Pedrés a los Almacenes Lorenzo 40 años después. El establecimiento fue cerrado en 2018, según recogemos del digital La Cerca.
De este segundo y último trabajo laboral de Pedrés en Almacenes Lorenzo, saldría catapultado hacía el éxito un año más tarde. Seguimos con las deliciosas conversaciones entre Serna e Irene, la hermana de Pedrés, que ejerció de “vigilante” permanente para evitar las escapadas de su hermano a las capeas. Hasta que Pedro le llevó a casa como trofeos sus dos primeras orejas y ahí, tanto Irene como sus padres, tuvieron que ceder a las pretensiones del aspirante a torero. Hablamos de finales de los años 40.
Debut en Albacete en 1950 y mucha sorna entre Serna e Irene
Continúa su relato Irene con Serna:
“En Albacete debutó, como usted sabe, el 2 de julio del año de 1950 con el paisano Miguel Gallardo y el alicantino Antonio Alarcón. Por cierto que Gallardo, en el apartado, llamaba a Pedro “pastor”. Y hasta llegó a decir: ¡ya veremos quién tiene que matar los toros! Ya sabe usted, puesto que presenció la corrida, lo que luego ocurrió: Gallardo no ha vuelto a torear más”…
“Antes de ese día, -prosigue Irene- no habla salido más que una vez de sobresaliente. Como sólo podía torear con el capote, fracasó. Yo estaba allí, viendo cómo el novillo lo tiraba al suelo y él se levantaba y volvía al mismo sitio. A la salida, le dije: te voy a dar una paliza al llegar a casa”…
Cartel de su debut de luces en Casparra en 1949 (cedida)
El Ruedo y las dos primeras orejas
“Se pasaba las horas muertas leyendo El Ruedo y viendo fotos de corridas -comenta Irene-. Pero era cuando no le veía yo, que era la encargada de vigilarlo y tenerlo a raya. Por eso, cuando le dieron las dos primeras orejas y trajo esa fotografía dando la vuelta al ruedo con ellas en alto, seguido de “Paverito”, no hubo ya más remedio que colocarlas donde usted las ve”.(la entrevista de Serna con Irene se realizó en la casa familiar).
Pedrés y el paisano José Luis Cuerda (director de cine)
Os traemos una deliciosa lectura del desaparecido director de cine de Albacete, José Luis Cuerda. Quien trae a colación a los toreros paisanos de aquella época dorada del toreo local que paseó el nombre de Albacete por el mundo:
Azofra, Pedrés y Cuerda tras una comida en Madrid (cedida)
Toros en Albacete, alrededor de 1950
José Luis Cuerda.
21 MAY 1990 (El País. Cultura)
“Mi madre lo preparaba con un adobo de ajos, perejil, aceite y vinagre. Dejaba que se macerase durante la noche en el ungüento y al día siguiente lo freía y lo servía a la hora de comer. Eran unos filetes correosos, oscuros y de mucho sabor. Así nos comíamos al toro. A mí me gustaba mucho. No nos comíamos el toro entero, claro. La familia no daba para tanto.
Éramos tres hermanos, los padres, la abuela Filomena y alguna de las chicas de servicio, Társila, Cilinia, Julia o la María, la que untaba pan en los helados y luego se hizo testigo de Jehová. Entre todos nos comíamos tres cuartos o un kilo de toro.
Al toro lo había matado el día de antes Pedrés o Montero, por hablar de las glorias locales, o alguno de los Bienvenida, o un Vázquez, un Ordóñez o un Dominguín. Cuando empezaron a matarlos los otros toreros de la tierra, Chicuelo, Cabañero, Osuna o Manolo Amador, yo estaba en el seminario, y allí no nos daban carne de toro, me imagino que por temor a que sus apasionadas proteínas nos pusieran el cuerpo levantisco, o me había venido ya a Madrid, en donde no he vuelto a probarla.
Cuerda, Pedrés y Azofra en una comida (cedida)
En la época de la que les hablo, el mercado de Albacete tenía una arquitectura que yo recuerdo airosa, compartía solar con el barrio de putas -uno de los de más febril actividad de las Españas y en el que se dieron hazañas como la de las rameras que persiguieron, navaja en mano para matar, al falangista de postguerra que, uniformado y todo, le arrancó de un bocado la cabeza al canario, vivo, por supuesto, que tanto querían ellas- y albergaba en su interior, junto a menestrales de orden, gentes fieras.
Antiguo Mercado de Albacete en la Plaza Mayor, en la subida al “Alto de la Villa”. Años 50. (Fotografía Jaime Belda)
Les pongo un caso: había dos carniceras, de Pedrés la una, de Montero la otra, a las que el faturri adjudicatario de puestos había, para más inquina, colocado frente por frente. Más de un lunes por el resultado del mano a mano de los maestros albaceteños el domingo, los cuchillos de hacer filetes de las carniceras taurófilas volaron de puesto a puesto, sin, por suerte, hallar molla.
Las broncas en los tendidos -bendita plaza de Albacete, recogidita, en la que, te pongas donde te pongas, ves los toros como en casa- corrían de cuando en cuando a cargo de mi primo Davidín.
En realidad, Davidín es primo de mi padre, y su padre, el tío David, maestro represaliado después de la guerra, fue el que perfeccionó al mío en el arte del naipe hasta convertirlo en uno de los más eficaces jugadores profesionales de póquer que se han dado en este país.
La popular “La Chata”, donde Cuerda iba de joven a ver las novilladas (albaguía)
Davidín estudiaba veterinaria, porque, aunque en la familia se le animase a adiestrarse en la medicina de hombres, como su hermano Agustín, que terminó psiquiatra, “es preferible», son sus palabras, «que se muera un burro a que se muera un hombre», dando por hecho que en el ejercicio de ambas profesiones, con la ayuda de Dios o con los solos méritos de la ciencia, la clientela se muere con facilidad.
David, que siempre, todavía hoy, se ha mostrado sentimental, bondadoso y apasionado, se exaltaba circunstancialmente en el transcurso de algunas lidias, faltaba de palabra a algún feriante o a la autoridad y terminaba en el cuartelillo.
Entonces mi padre, abandonando la secular e ininterrumpida partida de póquer a la que ha estado sentado desde que yo recuerdo -excepción hecha de las noches de los viernes santos, o de los tres días que le hicieron efecto unos cursillos de cristiandad a los que asistió una vez-, iba al cuartelillo, amonestaba elocuentemente al primo y conseguía sacarlo.
Fuera de estas ferias tan animadas -las taurinas de Albacete siempre han sido de una gran importancia en cuanto a número de corridas y calidad de sus carteles-, la empresa organizó durante un par de temporadas novilladas sin picadores.
La entrada de sombra costaba diez pesetas, y yo eché allí, solo, muchas tardes de domingo. Son ésos los momentos en los que aprendes a valorar al torero, porque el toro -«seis hermosos y escogidos novillos, desecho de tienta y defectuosos»- no tenía mucho que valorar ni tampoco mucho que comer.
Desde entonces he ido poco a los toros. Y no es que no me gusten o que me gusten sólo con el adobo que les hacía mí madre. A mí me gusta ver lidiar y ver torear. Lo que no me gusta es la confusión.
Y como desde hace años nadie lidia, porque el público, ése de Madrid que los toreros, mentirosos que son, se empeñan en calificar de entendido, no lo valora, ni los toros aguachinados lo requieren, y pocos torean, porque el personal traga y premia picos, enmiendas y espartacos todos, yo me aburro, me enfado y, si no fuera porque me acuerdo de mi primo Davidín, de que esto no es Albacete y de que mi padre no podría sacarme del cuartelillo con la misma facilidad que allí, yo entraría en bronca casi todas las tardes.
Y no es que yo, aunque haya comido toro, sea desaforadamente violento -si hasta me gusta la canción francesa-, pero ¿por qué va a tragar uno más de lo estrictamente necesario? Ni con adobo, vamos”.
Se adjunta un enlace con un vídeo de Pedrés que han emitido en CLMTV:
https://www.cmmedia.es/play/tv/toreros-historia-y-arte/pedres.html
Lo que opinan y escriben de Pedrés
En esta ocasión traemos un artículo de Ricardo Díaz Manresa, veterano periodista (RNE y TV) y articulista de varios medios taurinos. En este artículo, Díaz Manresa, inicia su comentario citando el pasodoble que en 1952 le hicieron a Montero y a Pedrés; eran la pareja de novilleros del momento. Al final del artículo os dejamos enlaces para que podáis escucharlos en la voz de la cantante Rosa María.
Ricardo Díaz-Manresa (Avance Taurino: 10 septiembre 2021)
Pedrés, Montero y sus pasodobles
Tras la muerte de Pedrés, el 6 de septiembre de 2021, la prensa taurina, portales taurinos y la prensa en general se hicieron eco de ello con grandes titulares, porque Pedrés dejó una huella importante en el toreo.
Pedrés, el diestro maravilloso: “PEDRÉS, el diestro maravilloso. Este titular no es mío: es que así empieza su pasodoble, que me aprendí de joven y que es uno de los pocos que recuerdo casi toda la letra.
Decía y dice: “PEDRO MARTÍNEZ “PEDRÉS” / el diestro maravilloso/ con su valor prodigioso/ ya se ha hecho famoso / en el mundo entero”.
También podría haber titulado “PEDRÉS o maravilloso ALBACETE) por lo mucho que lo ayudó, admiró y hasta idolatró, o “PEDRÉS, de ALBACETE al cielo” por su carrera impecable de torero o su vida después de la retirada, con la vena taurina siempre en primer plano. PEDRÉS se merece mucho.
Y seguía el pasodoble: “es PEDRÉS el gran torero, que al toro va frente a frente, por ser artista y valiente, ¡viva el más grande, viva PEDRÉS!”.
El más grande en su tierra desde luego. Los que no lo vivieron no pueden ni imaginar lo que significaba desde sus comienzos triunfales para sus paisanos.
Que estaban locos con él y con JUAN MONTERO. Y es que se sumaba la rivalidad de la pareja, la más fuerte que he vivido. PEDRÉS más popular y valiente y MONTERO toreando mejor pero con un motor inferior.
Días, meses y temporadas enfrentados toreramente y todo el mundo hablando de ellos, mucho antes de la feria, y comentando lo que habían hecho en todos los sitios donde toreaban y poniendo sus pasodobles por la radio todos los días.
Para que oyéramos: “JUAN MONTERO, ay JUAN MONTERO, que triunfas sobre la arena, es tu fama de torero, el sol de España en tus venas/ JUAN MONTERO, ay JUAN MONTERO, que triunfas por conquistar una historia, ay JUAN MONTERO”.
Plaza de toros de Albacete (eldigitaldealbacete.com)
Y la plaza de ALBACETE, abarrotada, con los partidarios de uno y otro, las dos España siempre, las dos tauromaquias, los dos sentimientos. Y PEDRÉS llegó mucho más alto por su facilidad para conectar y emocionar al público.
Por un accidente perdimos a JUAN MONTERO. Y tuvimos durante mucho tiempo para animar más todavía el ambiente a MANUEL JIMÉNEZ “CHICUELO II”, en las antípodas toreras del sevillano CHICUELO.
Cuando apareció su descendiente tuvo que anunciarse en los carteles como CHICUELO, HIJO. No llegó a nada. A CHICUELO II también lo arrebató un accidente, éste de aviación mientras venía creo recordar, de la temporada americana. Valiente entre los valientes este CHICUELO II , corto de estatura y grandísimo de corazón, que fue uno de los primeros, si no el primero, que llevaba dos taleguillas a la plaza, porque –de tantas volteretas por tanto arrimarse- los toros se las destrozaban.
No conozco otra rivalidad torera tan intensa entre dos paisanos como la de PEDRÉS-MONTERO.
Hubo otra en ALICANTE, intensa, pero sólo local o quizá algo regional, entre FRANCISCO ANTÓN “PACORRRO” y VICENTE BLAU “EL TINO”. También para recordar. PEDRÉS se retiró y, a su vuelta, su estilo era muy diferente, pausado, templado, incluso algo solemne. Otro torero. Y abriendo carteles en el apogeo total de MANUEL BENÍTEZ “EL CORDOBÉS” al que confirmó la alternativa en aquella tarde histórica de la cornada, quizá la más seguida por la televisión. Y la expectación que despertó y el interés mediático después por el percance.
Montero y Pedrés, en una de sus novilladas juntos descansando en el hotel (cedida)
Y después otro que armó la revolución para completar al gran ALBACETE taurino fue DÁMASO GONZÁLEZ y además él solito: tremendas, imposibles y recuerdo como inolvidables sus tardes en la feria, la gran apoteosis damasista y todo un pueblo siguiendo a un torero nacional e internacional, el más valiente que he visto, con DIEGO PUERTA, y templando como nadie y domando a los toros. Sólo le faltó la estética de cuerpo y traje de luces, que si no”…
Pasodoble dedicado a Pedrés
Datos extraídos de la web Biblioteca Digital Hispánica-Biblioteca Nacional de España: enlace para escuchar el pasodoble dedicado a Pedro Martínez “Pedres”: pasodoble Carbajal Martínez, Gregorio – Registro sonoro musical – 1952. Canta: Rosa María:
Pinchar aquí para escuchar el pasodoble dedicado a Pedrés