Pedrés, jovencísimo, en sus inicios de novillero
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En el anterior capítulo habíamos narrado las conversaciones entre Serna e Irene, donde la hermana de Pedrés le había contado su debut de luces en la murciana Calasparra. Luego, Irene habla de la casa donde al parecer Serna sostuvo estas conversaciones:
“Fue -remata Irene- la primera vez que se enfrentó a mí para decirme: “eso jamás se quitará de ese sitio”. Y en el mismo sitio están. Y estarán. Al menos, claro, mientras vivamos en esta casa. Llevamos ya en ella más de quince años, no crea”. Esta casa la compró mi padre a medio construir. Él la terminó.
-Con su hermano José ¿No era maestro albañil?
-Sí. Trabajaba en la Maestranza de Aviación, Francisco, en el campo, como mi padre. Pero sigamos con lo de Pedro. A veces se levantaba -lo hace temprano siempre; claro que a las nueve de la noche está ya acostado- y decía: “me duele la barriga, estoy muy malo”. Y mi madre iba a buscar una poca manzanilla a casa de alguna vecina, y él aprovechaba la puerta abierta para largarse a torear por esos pueblos del diablo. En Bienservida, estuvo un par de días casi sin comer. Nos daba entonces muchos disgustos con su afición.
¡Cuántas noches se iba al matadero con Montero, Pepito Hoyos y Vicente “El Gallo”!… se encaramaban a la tapia, ml hermano saltaba y se ponla a torear. Desde arriba, le alumbraban con una linterna”.
“Otras veces saltaban a los corrales de la plaza, desde la calle o bien ocultos al terminar el cine nocturno; apartaban un toro y se hinchaban a torearlo. Mi padre le reñía muchísimo. Un día le dijo: “¿No comprendes, hijo, que pueden creer que vais a robar? Vais a deshonrar a la familia”.
Corrales de la plaza de toros de Albacete, donde Pedrés y Montero apartaban un toro y lo toreaban tras el cine de verano (La Tribuna de Albacete)
“Ya ve usted: una noche estábamos inquietos con la repetición de aquellas cosas. ¿Dónde andará Pedro?, pensábamos todos, aunque nada nos decíamos. De pronto se oyeron en la calle carreras, pitidos de los silbatos de los serenos. ¿Perseguirán a algún ladrón?, dijimos. Pero pensábamos en Pedro y sus amigos. La calle está muy cerca de la plaza de toros y sabíamos que, por haber advertido que algunos bichos habían sido toreados, pusieron un vigilante para que tratase de evitar lo que pasaba. El vigilante los descubrió cuando saltaban a los corrales. Empezó la persecución, primero en la plaza y luego por las calles. ¿Y sabe usted lo que hicieron Pedro, Juan y los demás? Correr como locos hacia la estación, esconderse entre los vagones y salir luego confundidos con los viajeros del primer tren que llegó ¿Qué le parece?
Muy interesante. De veras, Irene. ¿Quiere seguir?
Encantada, -responde Irene- antes de debutar en esta plaza, saltó de sobresaliente en la de Ledaña, siendo el matador Pedro Sáez -son muy amigos los dos Pericos- le dejó matar un toro y sacaron a hombros a mi hermano”.
La primera “Pedresina” en Minaya“
“Aquella tarde dio muy bien la larga cambiada de rodillas. En Minaya toreó de capote como nunca…
¿Ejecutó en Minaya su primera “Pedresina”? Sí. -comenta Irene- El público se puso en pie, preguntándose: ¿Qué ha hecho?”
Paco Mora, amigo de aventuras toreras con Pedrés
A lo largo de los capítulos iremos incluyendo artículos sobre Pedrés, que los hay en abundancia y son excelentes. El primero en inaugurar la sección será Paco Mora, amigo de Pedrés en sus incursiones por las capeas. En este artículo, al margen de destacar las cualidades artísticas y los conocimientos toreros de su amigo Pedro, reclamaba (en 2016) la “Medalla al Mérito Taurino, o como se llame”…, decía el veterano periodista albaceteño. Lo extractamos del blog Del Toro al infinito con fecha de 26/12/2016. Y era una noticia relacionada con la concesión a El Juli de la Medalla de Oro de las Bellas Artes 2016:
…Y Pedrés / por Paco Mora
Pedrés en uno de los numerosos festivales benéficos que toreó desinteresadamente en su Albacete del alma (Mondéjar)
“Nuestra España es uno de los pocos países del mundo que olvida a sus puntos de referencia. Y no solo en el toreo. Cualquier chiquilicuatre que mueve la cola por los “mass media” recibe parabienes y zalemas con la percha de la más nimia ocasión, pero los que han sido importantes de verdad tienen clavada una cruz en el monte del olvido como si no hubieran existido.
Sobre todo en el toreo. Se agasaja a los que están en activo, y la verdad es que casi siempre con todo merecimiento, pero haciendo abstracción de que los coletudos que en cualquier época han sido figuras de verdad son la suma de todos los que lo fueron antes de ellos. Lo cierto es que ningún torero que hoy vista púrpura, la luciría sin las aportaciones de otros que están en el rincón de los olvidados.
Si Paquiro y Chiclanero no hubieran descubierto que torear de verdad era hacerlo con las brazos y no solo con las piernas, no habría habido después el Juan Belmonte que revolucionó el toreo con las armas que le dejaron los toreros del Rincón de Cádiz citados. Sin embargo todos los honores se los llevó el Pasmo de Triana y Paquiro y Chiclanero apenas son una referencia, un chispazo, en la historia de la Tauromaquia.
Pedrés en una de las tardes anunciado en Madrid (1954) con su clásica y particular “Pedresina” (cedida)
Si Pedro Martínez “Pedrés” no hubiera acortado las distancias como las acortó y no hubiera pisado los terrenos que pisó, no hubieran existido Dámaso González, Paco Ojeda, José Tomás ni ahora López Simón e incluso Roca Rey y otros muchos que han sido y son, antes y después del torero de Albacete,
se continuaría toreando al hilo del pitón y despidiendo las embestidas de los toros hacia afuera.
Pues bien, Pedrés vive todavía. Un desgraciado accidente doméstico le tiene varado en el lecho del dolor hace muchos meses. Tiene 85 años y todavía pisamos baldosa muchos que le vimos en sus tiempos de torero arrollador cuando el poeta de Utiel Rafael Duyos escribió aquello de “Como los molinos quieto/ como los molinos serio/ Pedrés quieto, Pedrés serio…”.
Lo he dicho ya varias veces y hoy lo repito: ¿Quiénes aconsejan al ministro de Cultura para que la concesión de la medalla al Mérito Taurino, o como se llame, todavía no se le haya concedido a uno de los toreros del siglo XX que más la merece?
A ver si dicen algo esos Lozano -que saben del toreo más que la paloma azul-, ese José Antonio Martínez Uranga, que tampoco es manco en saberes taurinos, y tantos otros que tienen constancia de que Pedrés fue un torero revolucionario, honesto, innovador y buena gente que merece esa distinción. ¿O hay que esperar a que ingrese en el Paraíso de los Callados para reconocérselo?”
Serna e Irene y la escuela del maestro “chepao”
Tras el magnífico artículo de Paco Mora, reclamando con toda justicia el premio que concede el Ministerio de Cultura, proseguimos con Serna e Irene, porque tienen mucho que contarnos sobre el joven novillero Pedrés en sus comienzos. Irene le comenta a Serna lo terco que era su hermano, aunque respetuoso:
“Ha sido siempre muy respetuoso y muy terco. Ya ve: le prohibió ml padre ir a unas fiestas de La Gineta. No fue, y… anduvo todo el día perdido por el río”.
“Las primeras letras -comenta Irene- se las enseñó un maestro “chepao” que vive en la carretera de Jaén. Luego, fue al colegio de don José María Trigueros, quien nos decía que era muy estudioso.
Colocado en la tienda de don Lorenzo, éste nos advertía: “es listo, pero no se fija, no sienta la cabeza”. Y añadía siempre: “en lo que se ponga, triunfará”.
Los relatos de Serna e Irene sobre Pedrés finalizan comentando que su hermano se vio cuatro o cinco veces la película “Brindis a Manolete”, y cinco o seis la de “Currito de la Cruz”.
Sello dedicado a Pedrés y a su “Pedresina” en los años 60 (cedida)
“Y a tenor de la “epidemia de espontáneos que venimos padeciendo, hasta cinco o seis por festejo, influenciados por “Currito de la Cruz”, -dice Serna- este le pregunta a Irene si Pedro se arrojó alguna vez al redondel como “capitalista”. Irene contestó: “Sí, sólo una, antes debutar, con 15 o 16 años y con su chaquetilla en la mano. Lo que he podido averiguar es cómo entró en la plaza, porque no tenía ni cinco céntimos”…
Abandonamos momentáneamente a Irene y a Serna, para conocer las series de novilladas que Pedrés culminó hasta llegar a lo que fue su primera cumbre: Madrid 1952. Y lo extraemos del libro del albaceteño Ángel González Puértolas titulado: “46 Toreros de Albacete del siglo XX”. Partimos después de su debut en Albacete sin caballos en 1950:
Una crónica de 1950 en Albacete
Pero antes, les ofrecemos una crónica muy especial que Teresa encontró en el álbum de la familia y que nos pareció interesantísima.
Está firmada por Demetrio Gutiérrez Alarcón, escritor y periodista. Fue mi primer director en La Voz de Albacete al que le guardé siempre un gran respeto y admiración por su excelente pluma:
“Crónica de Demetrio Gutiérrez Alarcón «Reverte» para el Diario Albacete del 22 de septiembre de 1950, fecha del estallido de “Pedrés» como fenómeno de la tauromaquia”.
Pedrés, en su primera etapa de novillero, aguardando la hora para torear en alguna plaza. Obsérvese que hay un teléfono de la época (debía ser un hotel moderno) y la clásica “capilla” en la mesilla. Lo del teléfono en la habitación era un auténtico lujo para aquellos años (cedida)
Toros y toreros
“Un triunfo de clamor que consagra a un torero. “Pedrés” lo da todo y recibe seis orejas, dos rabos y dos patas. Juanito Montero cortó orejas”
Una crónica de nuestro crítico .REVERTE. Triunfo clamoroso, que todos los espectadores se entregaron sin reservas ante el arte señorial y el valor espeluznante de ese chavea serio y patilargo, cejudo e indolente, se llama Pedro Martínez, el popular «Pedrés». La tarde de ayer fue poco menos que decisiva, consagradora, -ya el eco de su nombre se deja oír más allá de los límites iniciales- porque «Pedrés» dio todo lo que lleva dentro en un afán de superación de loables ansias, de escalar la gloria.
Y lo que lleva en su pecho es un corazón tan grande que siembra la ansia entre los asistentes, cuando el toro pasa dejando una estela bermeja en la taleguilla…Guardan silencio los hombres -ensimismados, desconcertados-, y no pueden oír un grito desgarrador de las mujeres, porque es tal la emoción que sobrecoge, que espanta. Nada de florituras. «Pedrés», las suertes con toda verdad, con toda pureza. Y es tanta, que convence. Sabe lidiar, porque lidiar se llama el doblarse por abajo con la res mandándole y templando suavemente.
Así lo hicieron los que fueron maestros del arte taurino.
Otra foto entrañable: Montero y Pedrés, paisanos y amigos inseparables que esa tarde toreaban juntos y, ambos, en pijama, posan con un precioso capote de paseo. Esa tarde Montero también triunfó. (cedida)
Y «Pedrés». Cada derechazo dura uno eternidad; marcando los tiempos. Cita y encela, tira y carga la suerte, corriendo y girando la muñeca para recibir de nuevo. El natural y el de pecho, el molinete y uno de frente; manoletina y la pedresina. ¡Y entra a matar a ley, encunándose, volcándose sobre el morrillo! ¡Qué éxito más grande el de «Pedrés»! Las orejas de sus tres novillos premian tan torerísima tarde”.
Ahora, tras la apasionante crónica de aquél 1950 de Demetrio Gutiérrez Alarcón, proseguimos con nuestro protagonista para ofrecerles su debut con picadores en su tierra, en “La Chata”.
El debut con los del castoreño
“El 16 de septiembre de ese mismo año, volvió a torear en Albacete para debutar con picadores, lidiando novillos de don Pío Tabernero de Paz, le acompañaron en el cartel, Octavio Martínez “Nacional” y Juan Montero.
En la temporada 1951, actuó en treinta y dos novilladas, toreó bastante con su paisano Juan Montero y con Emilio Ortuño “Jumillano”.
Pedrés en su debut en el coso de Cádiz. A la derecha se observa que pusieron trenes especiales desde Sevilla (cedida)
La presentación en Madrid, un clamor
“Los triunfos se encadenan, creando un ambiente de mucha expectación para el día de su presentación en el coso madrileño de “Las Ventas”, el 8 de junio de 1952, se fletaron varios trenes especiales desde Albacete, colocándose el cartel de “No hay billetes”, se lidiaron cinco novillos de don Manuel Sánchez Cobaleda y uno de don Juan Sánchez “Terrones”, en esa tarde le acompañó nuevamente Juan Montero”.
“Pedrés” salió muy airoso de su debut, cortando tres orejas, lo que le valió para su lanzamiento como novillero puntero y que lo apoderara “Camará”.
Volvió a repetir en Madrid el 3 de julio, con reses de la misma ganadería, subiendo el crédito como novillero. En la temporada de 1952, en los nueve meses de novillero hasta su alternativa, toreó cincuenta y una tarde”.
La alternativa en 1952
“Estaba todo en su punto y decidió tomar la alternativa el 12 de octubre de 1952 en Valencia, también se colocó dos días antes del festejo el cartel de “No hay billetes”, un mano a mano con el que fue su padrino, Miguel Báez Espuny “Litri”, y como sobresaliente figuraba, P. Catalán. Se corrieron cuatro toros de don Manuel Sánchez Cobaleda, uno de don Alipio Pérez y otro de don José Maria Soto, el toro de la alternativa, pertenecía a la ganadería de Sánchez Cobaleda, de nombre “Gitanillo”, marcado con el número 358.
La tarde fue triunfal para “Pedrés” y rápidamente siguieron los éxitos en su primera campaña hispanoamericana”.
Cartel de la alternativa de Pedrés (cedido)
“Inició la temporada española de 1953 el 8 de marzo en Castellón, y actuó de testigo en la alternativa de Antonio Chenel “Antoñete”, concedida por Julio Aparicio.
Se trasladó a Valencia contratado en Fallas los días 18 y 19 de marzo. El 18, presencia como testigo la alternativa de su paisano Juan Montero, el padrino de ceremonia fue Julio Aparicio Martínez. El 19 alternó con Julio Aparicio y “Antoñete”, frente a toros de don Carlos Núñez. El 5 de abril actuó en Murcia, junto a Julio Aparicio y su paisano Juan Montero”.
Artículos de opinión de personas cercanas a Pedrés
Vamos a ir incorporando algunos de los numerosos artículos que hemos ido recibiendo de amigos y allegados de Pedrés. En esta ocasión incluimos el de Miguel Cid Cebrián, abogado y excelente aficionado. Fue alcalde de Ciudad Rodrigo, y en esa etapa hizo amistad con nuestro protagonista.
Lo que opinan y lo que escriben de Pedrés
Miguel Cid es quien nos trae en este capítulo su opinión sobre Pedrés. Cid, abogado, fue senador y alcalde de Ciudad Rodrigo en la época de ganadero de Pedrés. Con él mantuvo buena amistad y le trae muchos recuerdos en este escrito:
Recordando a Pedrés por Miguel Cid Cebrián
Hace ya casi año y medio que murió Pedrés, un ejemplo de persona buena y trabajadora, además de gran e inolvidable torero.
Fue, en efecto, un toreo de época, albaceteño de nacimiento, pero salmantino de adopción, donde echó raíces en su finca de Espeja, “Los Labraos”, próxima a Ciudad Rodrigo, donde fijó también su domicilio y donde pasó largas temporadas criando el toro bravo, su gran pasión, después de haberlo lidiado con su extraordinaria personalidad, valor y arte.
Miguel Cid entre las figuras del toreo: Ostos, Viti, Pedrés, Curro Romero y Andrés Hernando. A la izquierda un jovencísimo José Luis Ramos.
Pedrés siempre me decía que para ser torero lo primero es tener valor, y tenía razón. Pero, además de tener valor, había que tener, como él tenía, corazón e inteligencia. Pedrés lo demostró con creces en su larga andadura taurina.
Creo que la última vez que toreó lo hizo en Ciudad Rodrigo en un festival benéfico que yo organicé como alcalde. Fue en agosto de 1983 y lo acompañaron nada menos que “El Viti”, Curro Romero, Jaime Ostos, Andrés Hernando y un jovencísimo José Luis Ramos, que debutaba ese día.
Semanas antes, cuando le pedí que toreara después de varios años de estar retirado, me dijo “me vas a hacer una faena, antes que la haga yo, porque me tengo que poner a régimen para perder unos kilos”, y así fue, y cuando yo le concedí como presidente del festejo la oreja, merecidamente ganada, me dijo después, “me ha hecho casi más ilusión que las que cortaba cuando estaba en activo”.
Recuerdo también que fue en la Plaza de Santa Cruz, de su propiedad y que siempre tuvo a disposición de quien se la solicitaba, como era el caso del Bolsín Taurino Mirobrigense, para su final anual o, en mi caso, como alcalde, para espectáculos musicales, hasta el extremo que un día me dijo “me he enterado de que has dado una zarzuela en mi plaza. Ya sabes que la tienes a tu disposición”.
Y es que su generosidad y altura de miras eran ejemplares. A lo que añadía un olfato y una inteligencia especial para resolver los múltiples problemas que primero como torero y luego como ganadero y empresario, la vida le planteaba.
Un ejemplo en todos los sentidos y un gran maestro que creó como torero una forma de torear hoy día seguida por figuras encumbradas que la practican, aunque no lo sepan, como es el “toreo del péndulo” que él inventó, además de su famosa “Pedresina”.
Como dijo Cicerón, “La vida de los muertos permanece en el recuerdo de los vivos”, y así es querido y admirado Pedro.